lunes, 26 de noviembre de 2007

LAS COSAS COMO SON Parte 1

PRIMERA PARTE

“…Cuando ya nada se espera personalmente exaltante,
mas se palpita y se sigue más acá de la conciencia,
fieramente existiendo, ciegamente afirmado,
como un pulso que golpea las tinieblas…”

Gabriel Celaya

La poesía es un arma cargada de futuro.

En el acontecer diario, al leer de distintas fuentes –sobre todo lo publicado en la prensa escrita- se tiene la sensación de vivir en otro mundo, esto, de acuerdo a las apreciaciones de quienes se ocupan de influir o incluso –los más temerarios dictar—sobre la llamada opinión pública.

Contrariamente a lo que parece, la libertad de información es una noción opuesta a la libertad de expresión. La primera consiste en difundir algo conocido y seguro. La segunda en presentar públicamente una visión personal. La libertad de información presupone una verdad objetiva, la libertad de expresión implica que esa verdad lleva a la relación que mantenemos con algo y no a ese propio algo. En sencillo, en una se acude a las fuentes y se transcribe una información sobre cualquier tema; está y debe estar basada en los hechos, no en la valoración de los mismos; en la otra, se expresa un sentir o una opinión, puede tomar, para su argumentación, cosas de la primera, es decir, de la información, pero se nutre de muchas más. En una se pretende ser objetivo, en la segunda, se es subjetivo.

En las aulas, cuando se estudia cualquier área de las ciencias, se nos inculca el tratar de ser objetivos en cualquier investigación que emprendamos, es decir, analizar las cosas por lo que son, sin que influyan sentimientos o pareceres sobre el objeto a investigar. Pero tal forma de investigación –sobre todo en los fenómenos sociales y entre ellos la política—choca con la realidad humana. La aplicación de una receta económica o una ideología en particular, puesta en práctica, irremediablemente afecta a los y las seres humanos y humanas, a la gente de carne y hueso que debe padecer tales supuestos. Porque el hambre, la pobreza, la frustración no están desprovistas de sentimientos; se sienten en la panza, se viven en las casas y se sienten en la calle.

Al leer algunos medios de prensa escrita, la disociación y el reduccionismo parecen campear en su opinión con la realidad simple y llana de la calle, viven una especie de desorden mental en que ven las cosas de una manera, aun cuando la realidad de los hechos contradice su particular visión de las cosas o reducen todo a un simplismo que tiene como principal problema, la negación del análisis y la discusión; así hay quienes creen que democracia es simplemente el ejercicio del voto –inconsistencias y normalidades aparte—y no la expresión de voluntades surgida como una necesidad de la convivencia en comunidad.

Ignoran convenientemente, que la democracia nos da el derecho a disentir, a cuestionar, a expresar todo aquello en que estamos o no de acuerdo y que el resultado de una votación no implica en ningún caso, la imposición de ideas de la mayoría a la minoría, sin escuchar y sin dialogar con quienes ostentan esa minoría. Esa visión, de ser cierta, legitima entonces a quienes apoyan el TLC y sus trece o catorce –vaya uno a saber realmente cuántas—leyes de implementación; pero entonces, también legitima a Hugo Chávez y su deseo de reforma constitucional en Venezuela, que entre muchas cosas, le concede la posibilidad de reelección indefinida en ese país.

Se disocia la realidad simple y llana de la polarización o la toma de posiciones y se reduce a un simple “usted perdió, aguante sin decir nada” porque la democracia –al entender de algunos y algunas—consiste en ganar o perder, pero nunca en dialogar y negociar.

Tal forma de percibir la realidad se padece no solo en los ganadores, sino en los perdedores, ejemplos de eso, Julio Rodríguez por un lado y Andrea Morales por otro: uno dictando cátedra sobre como acallar cuestionamientos y posturas políticas a partir de sentirse dueño de la verdad y la moral y la otra –al parecer—desoyendo la voluntad de quienes se expresaron de forma distinta en las urnas: tienen en común, el creer erróneamente que –como en juego macabro—el ganador se lo lleva todo, por lo cual como una especie de destino manifiesto u horóscopo de esos que publican las revistas de moda –tan afines a doña Andrea-- la globalización deshumanizada del mundo pasa a ser un hecho y no un período histórico que apenas está en desarrollo, pero que ha su paso ha dejado a millones de hombres y mujeres sin más esperanza que un cielo divino, porque en algunas partes de la tierra se vive en el infierno.

Mención aparte merecen el Sr. José Cabezas de LA PRENSA LIBRE y su evidente obsesión con Ottón Solís y el PAC y el Sr. Federico Malavassi, quien se defiende hoy de su “obstruccionismo parlamentario” de ayer --que hubo quienes apoyamos por considerar que el parlamento es para parlamentar-- acudiendo en igual forma al mismo expediente y la misma forma de abstracción, esto es, deslegitimando cobijados por un resultado en el referéndum a quienes se oponen vía mociones y discusión a las leyes –que dizque se hicieron, por que así lo exige el gobierno de los Estados Unidos de América-- para que entre en vigencia el TLC, sin decir que --siendo leguleyos-- se votó el TLC y no su agenda de implementación.

Es contradictorio que, quienes dicen que el referéndum da derecho al grupo de los 38 para imponer su criterio en la Asamblea Legislativa, ignore convenientemente, que tales leyes no se votaron en el referéndum ni fueron conocidas por quienes fueron a ejercer su voto.

A la disociación y el reduccionismo, se le suman entonces, la ausencia de ética y la arbitrariedad; según el entender de quienes defienden esa deformada visión de las cosas, lo que deben hacer el PAC, Frente Amplio y PASE, es votar afirmativamente todo aquella ocurrencia que provenga del sector que apoya el TLC; al mejor estilo Borbónico de estos días, deben callarse, lo peor, es que hay quienes en esos partidos, piensan que ese análisis es correcto y lo dicen públicamente, negando lo que es inherente a la democracia: la discusión, el análisis de impactos y la conveniencia para Costa Rica tales leyes.

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