viernes, 28 de marzo de 2008

Sin la paciencia de Job

Me he guardado escribir éste artículo, en espera de las reacciones al acoso al que se vio sometido el Semanario Universidad por parte del OIJ en días pasados; la intimidación derivada de la visita y las llamadas a los periodistas de ese medio, con el fin de investigar de dónde, cómo y quién les dio el memorando Kasas-Sánchez es un hecho grave en contra de la libertad de información, de expresión y algo sagrado para cualquier periodista que se precie de serlo; la protección de sus fuentes de información.

A la fecha, no he visto a ningún medio hablar del tema; el Colegio de Periodistas, guarda silencio y su presidente, asiduo colaborador de LA PRENSA LIBRE, no ha hecho mención al tema; esperaríamos más mugidos de las vacas pintadas que pueblan por estos días la avenida central, que de quienes deberían sentirse ofendidos por este acoso policial.

El delito por el que se persigue al medio Universitario es el de “crimen de difundir noticias de interés nacional y difundir información peligrosa para un legislador o el gobierno mismo”, porque si tomamos en cuenta que en un raro momento de brillantez –a los que me tiene poco acostumbrado el TSE- el Tribunal Electoral declaró como documento público al ominoso memorando Kasas-Sanchez, resulta ilógico y extraño, que ahora el OIJ se prodigue en averiguar de dónde provino la información.

Más sorprendente es, que cuándo ese medio acude a las instancias judiciales para saber de qué va la cosa, el mismísimo Fiscal General declara que ese asunto fue archivado hace tiempo; y peor, que la Fiscal encargada del caso en cuestión, colgara el teléfono al saber que al otro lado de la línea, conversaba con un periodista del Semanario; estamos claros, el cuento de que la justicia en nuestro país es lerda, es un mito; por lo menos, cuándo el afectado tiene un pedigrí o un puesto “importante” o ambos.

La relevancia de éste asunto no es la visita judicial al Semanario Universidad: es qué de una vez, quedan notificados todos los medios de prensa de nuestro país, de lo que les puede suceder si publican noticias incómodas: la persecución, la investigación y el acoso --que forman parte de por sí de la realidad cotidiana del periodismo-- pero con el componente de que éste proviene del Poder Judicial y específicamente, del OIJ y es que, cuándo se acosa a un periodista o a un medio, --independientemente de que compartamos o no su visión política o línea editorial--- el acoso es para todos y todas; desde los programas matutinos que cantan loas al gobierno de turno, hasta los medios que como LA PRENSA LIBRE o el Diario Extra han mantenido un equilibrio informativo, tal, que permite la publicación de artículos de opinión como éste.

Si quienes hoy gozan del privilegio de intocabilidad por quienes ejercen el poder en nuestro país, sueñan que tal coyuntura les será eterna, lamento despertarlos de su sueño de opio: porque perfectamente les pueden cambiar los aires y ser mañana acosados o investigados al igual que hoy le sucede al Semanario; en cualquier caso, resulta sumamente peligroso para la libertad de prensa, que se den hechos como estos y más, que se den ante el silencio de quienes ni siquiera por solidaridad, sino incluso por curarse en salud de que en algún momento les pueda tocar a ellos, deberían haberse pronunciado con editoriales y condenas, como sí lo han hecho en otros casos.

Hay quienes únicamente se mantienen en vela para seguir con la novela colombiana escrita por nuestro Fernando Márquez, que escriben a fondo sólo de la vida y milagros de grupos pseudoreligiosos o de fútbol que son tías de siliconas y fiestas de negro --será porque guardan luto ante cosas tan graves-- que nos afectan a todos y a todas, pero miran para otro lado ante un hecho que no debe ni puede permitirse ni ahora ni nunca. Ni hablar de quienes creen que este tema ni es un caso, ni es una cosa.

Como ser humano común y silvestre, no gozo entre mis virtudes de la paciencia bíblica de Job y no me puedo quedar en silencio ante esto, porque hacerlo sería entonces cohonestar no sólo la persecución al Semanario Universidad, sino todas aquellas que se den en el futuro, aun con los medios que borraron del diccionario palabras como equilibrio, objetividad y veracidad.

Porque las libertades de prensa y expresión, son para todos y todas y el ataque a cualquiera que las ejerza, debe ser entendido como el ataque a los demás; lo contrario es ser cómplices de la impunidad de la que tanto nos quejamos en el día a día.

martes, 25 de marzo de 2008

ESTÁN LAS MENTIRAS, LAS MENTIRAS COCHINAS Y LAS ENCUESTAS

De entrada nomás, confieso que no creo en las encuestas. He llegado a la conclusión de que tanto fallo en el instrumento de medición y el que los dueños de las encuestadoras las defiendan con argumentos que rayan en la ridiculez y a veces en la estupidez, me hacen pensar en dos posibles razones para yerros tan evidentes y frecuentes en sus resultados: o se hacen a la medida del pagador de las encuestas o el instrumento no sirve para medir la opinión pública costarricense, en cualquier caso, aterrizo en no creer ni en encuestas ni en empresas encuestadoras.

Si a esto se le suma que las encuestas fallan en muchos países --no por un punto ni dos-- pues ni modo; a uno no le queda más remedio que utilizar otros mecanismos, menos caros, menos científicos, pero más certeros en medir la realidad cotidiana y dejar el juego de adivinación al que nos someten encuestas y encuestadores; de allí que las últimas dos, una publicada en Llorente hecha por la empresa del hermano de Julio Rodríguez --que en cada fallo inventa una nueva excusa-- y otra por La Extra, me merecen la credibilidad que merece escuchar que en México no hay pobreza o en las razones de Bush, para invadir Irak.

De tal manera que aun cuando leo que la pobreza en nuestro país baja, la ficción se rompe al salir a la calle, observar, comparar y escuchar --por más cantos de gloria del capitán del navío y sus marineros-- a la gente que acude al chino por las mañanas, para darme cuenta de que el pan, los frijoles, atunes y demás cosas que uno --por la mala costumbre de comer-- adquiere para su alimentación suben de manera incontrolada; encima, la entrada de tanto dólar a esta tierra bendecida por el carro del desarrollo que promueve el TLC --tras de que no nos llega a todos y a todas-- bajó, provocando que hasta la clase social beneficiada con Mercedes Benz y BMW de los que prometió el presidente el año pasado, vean reducirse sus ingresos, consumiendo menos, para desazón de los y las comerciantes de multiplaza y lugares afines.

Para que una encuesta tenga algún valor, hay que conocer, en principio, la formulación de las preguntas y la objetividad real de la empresa o institución encargada de hacerla; así, un malicioso como el que escribe, podrá corroborar –como Santo Tomás—la veracidad de los resultados; de nada me sirve el resumen de sumas y restas que publican algunos medios, si no sé como llegaron a ellos; menos, si por mi malicia indígena, observo que una –la de La Extra—habla de lo bien que se percibe la candidatura del Alcalde de San José, en la misma semana que el gobierno inicia su campaña para favorecer a la única vice-presidenta que le queda; me parece una curiosa coincidencia, de esas que suceden sólo en las telenovelas.

La otra encuesta, la de Llorente, nos habla de un país en el que dan ganas de vivir; Oscarilandia; la pobreza baja, las inversiones aumentan, todos y todas gozan del derrame liberal de la riqueza y lo único que le preocupa --y casi que ni tanto-- a los beneficiados de su buen gobierno, es la inseguridad ciudadana; dicho sea de paso, tema ahora de una organización formada principalmente por empresarios, iglesia y un abogado que cree que la manera de acabar de una vez con la delincuencia, es haciendo más cárceles y dando más garrote.

La inocencia con se publican ambas encuestas, resulta de cuento chino; aparecen a la medida del presidente y el alcalde; ambos gozan de buena imagen, popularidad, fama, mientras al principal partido de oposición, le sucede exactamente lo contrario; nadie lo quiere, todos y todas lo cuestionan, nadie se siente contento con su actuar político; rara coincidencia, como la de dejar llamar al bloque de los 38 y casi 39, con la fea palabra de “coalición”, dando paso a una más suave y positiva: alianza. Cosas que aparecen de la nada, por generación espontánea, para tratar de incidir y vender una mejor imagen de quienes no la tienen.

Por otra parte, aun cuando nada debería sorprenderme de los políticos, llama la atención que la presidenta del PAC, justifique su “baja calificación en las mismas”, a partir de la campaña dirigida contra su partido, por don Jorge Cornick, especialista en ese tipo de propaganda --antes ligado al gobierno de don Miguel Ángel y ahora tan cercano a las posiciones de don Oscar y don Rodrigo-- digo que me llama la atención, pues si algún partido debería haber aprendido desde hace rato a desconfiar de encuestas y encuestadoras es el PAC, pero no; por el contrario, las valida con comentarios simplistas y escasos de análisis; dicen que el buen ateo y el buen creyente, se reconocen por la convicción de sus posiciones; el uno no entra a cuestionar si Dios existe o no; simplemente no cree y el otro, hace lo contrario, creer: ambos coinciden en su convicción.

Desde mi óptica de escribidor, me merece confianza la recogida de firmas que los y las muchachas del bloque verde, principalmente FECON, hacen para llevar a referéndum el nocivo convenio de UPOV, que en simple, patenta la vida; me merece confianza el que hasta hoy, más de setenta y cinco mil costarricenses, de su puño y letra, respaldada con su firma y número de cédula, estén diciéndole al gobierno y su gran fracción de 38 diputadas y diputados –más casi una--, que no aprueben tal convenio; eso, para mí si merece una credibilidad, misma, que crece, si al leer los diarios de nuestro país, no merece ni una línea el que ese trabajo se haga en silencio, sin dinero y a puro corazón.

En resumen y para no abusar del espacio de LA PRENSA LIBRE, finalizo con la frase que da título a éste artículo, misma que no es de mi autoría, sino de un director de uno de los medios más influyentes de España: “En política, existen las mentiras, las mentiras cochinas y las encuestas”, como no me gustan mucho las mentiras y menos las mentiras cochinas, pues ni modo; menos creeré en las encuestas.