domingo, 17 de febrero de 2008

Cuídense de los maestros de la ley

El diputado Guyón Massey, nuevamente sale a la luz pública a condenar lo que considera --en su muy personal manera de ver las cosas-- los anti-valores que canta un grupo de rock. En realidad, viniendo la condena moralista de quién viene, no merecería dedicarle ni una letra. El problema, es lo que se esconde detrás; reducir los comentarios del pastor diputado a la expresión talibánica de quién se cree dueño de la verdad por iluminación divina, sería un error.

Detrás de su “condena” y con su petitoria para la cancelación del concierto del grupo metalero, vienen la limitación al derecho que asiste a sectores de nuestra sociedad a escoger y decidir que tipo de cosas quieren escuchar o bailar, pero también, la limitación a la libertad de expresión y al libre albedrío que incluso, quienes profesan el cristianismo, suelen enseñar en sus cultos, misas o encuentros religiosos. Si algo daña a nuestra sociedad, es creer que con mayores limitaciones a la libertad individual de decidir, se logra “salvarla del mal que pulula por el mundo”; más daño le hace que quienes en función de su cotidianidad tienen cobertura mediática, sean inconsecuentes entre su decir y hacer.

Cuestiona el diputado las letras de las canciones del grupo rockero, porque según su particular análisis, enseñan satanismo y difunden antivalores que atentan contra nuestra sociedad; al diputado esto le parece grave, pero no tiene ningún problema en casi aceptar una silenciosa donación de noventa millones de colones vía legislativa --con venia del gobierno y el bloque de los treinta ocho-- destinada a una fundación cuya junta directiva está compuesta por familiares directos del diputado, denunciada por prensa y que en su momento, no supo explicar cómo y dónde negoció.

Tampoco cuestiona el diputado a quienes en nombre de Dios solicitan donaciones a cambio de milagros o perdones –razones entre otras por la que Luthero se separa de la Iglesia Católica—ni a quienes de manera solapada presentan e impulsan proyectos legislativos con evidente conflicto de intereses; ya sería mucho pedir que comentara las negociaciones entre el gobierno de la república y algunos pastores protestantes, para obtener apoyos en función del silencio ante odiosas agendas complementarias o tratados con mucho comercio y cero libertad.

Para el diputado sólo es importante imponer –vía prohibición- su particular concepción de mundo; no interesa que al hacerlo, se pisoteen los derechos de nadie; baste recordar su infeliz propuesta de prohibir lo que él considera pornografía o violencia; no interesa predicar con el ejemplo; la congruencia y la consecuencia, son válidos para el diputado, en el tanto no tengan nada que ver con sus acciones o sirvan para condenar a los demás.

Nuestra sociedad necesita propiciar la discusión y el análisis de sus múltiples problemas de una manera franca y libre; lo que se deduce de las declaraciones condenatorias del diputado Massey, es todo lo contrario; no busca la crítica, sino la imposición; no propicia la tolerancia, sino el fanatismo y esa visión de mundo –compartida en lo político por quienes gobiernan- se traduce en fundamentalismos religiosos, sociales o económicos cuya única razón es “su” verdad, porque niega conceptualmente, la existencia de quienes no piensan igual.

Las declaraciones del Sr. Masey son reflejo de un totalitarismo que se cree con mandato divino para elegir por los demás; de un solapado fascismo que manipula –hoy-- con conceptos religiosos y mañana sepa Dios con qué; son el reflejo de una forma de pensamiento que niega la razón, que pretende en nombre de nobles intenciones, imponer las suyas propias; niega en definitiva una razón inherente a la democracia; el derecho de elegir lo que me gusta o no me gusta e hilando fino, niega el derecho fundamental de la libertad de expresión.

El principal mandamiento del Cristianismo es “amar al prójimo como a ti mismo”, resulta paradójico que quien se gana la vida –cuando no ejerce de diputado—como portavoz de los evangelios, quiera no convencer, sino imponer; si el señor Massey está tan interesado en promover los buenos valores en nuestra sociedad, sería deseable entonces, que pusiera en práctica aquello de “que por sus obras los conoceréis” y explicara a la comunidad que dice representar, porque está de acuerdo con aprobar sin discusión u análisis, convenios que como UPOV, son tan cuestionables desde el punto de vista moral, ético y religioso, que tan celoso defensor parecen tener en el diputado Guyón Masey.

2 comentarios:

Julia Ardón dijo...

Eso, amigo!!
Bienvenido al club!!!!

la pequeña cris... dijo...

demasiado cierto... me parece una posición sumamente hipócrita la del compa, y estoy segurísima q massey en su vida ha escuchado una canción de Maiden... fijo solo se guía por eddie cuya imagen es más política que otra cosa...
que terrible cuando se confunde la vida con la religión... te quedás ciego y te permitís ver tus propias faltas...
el problema es jugar a ser Dios... cuando en realidad somos pésimos en eso