lunes, 25 de febrero de 2008

¿Cómo dice que dijo?

Primera parte

Muchas veces la vida imita al arte; nuestro país es un buen ejemplo de lo anterior; vivimos --sobre todo en política—en un realismo mágico que envidiaría Gabriel García Márquez; hasta hace unas semanas, algunos entendíamos que la posición en la Asamblea Legislativa del Partido Acción Ciudadana era la de –en señal de protesta moral—no asistir a las sesiones que don Oscar Arias mandó a poner mañana, tarde y noche, para aprobar la agenda de implementación del TLC.

Protesta moral, porque de acuerdo al reglamento legislativo actual, aunque existan cinco millones de mociones en discusión, una vez cumplidas las veinte sesiones legislativas –que pueden ser tres o una en un mismo día, incluyendo sábados, domingos y días feriados—las mismas se archivan y se procede a la votación. Así de simple, así de sencillo.

Sin embargo, al parecer obedeciendo a la macartista campaña llevada a cabo por el grupo “por Costa Rica.… (libre)”, del bombardeo a través de los periódicos Llorentinos y programas de opinión como “Nuestra Voz…(la del gobierno será)”, el PAC cambia en su posición y se justifica diciendo que el no asistir a tales sesiones, aplicaba únicamente para el caso de las telecomunicaciones; algo así como el “aplican restricciones” de tanto concurso farandulero de moda.

De tal manera, dicen ahora, lo que en nuestro mal entender dijeron antes que no harían; con mucha atención he leído los comunicados de prensa tanto del PAC como partido, así como los de la propia fracción e incluso, las dos cartas que públicamente se conocen, remitidas por don Ottón Solís a don Oscar Arias; por ningún lado encuentro tal restricción; en todo caso, de existir y hacérseme llegar , abusaré del espacio que me cede LA PRENSA LIBRE y sin problema alguno rectificaré este comentario.

No está mal que un partido político decida cambiar de estrategia cuándo así convenga a sus intereses; lo que es incorrecto y mala nota, es que para justificarse diga ahora cosas que no ha dicho antes; por mis labores cotidianas, sé que la comunicación –sin reducirla a pensar que comunicación es sinónimo de periodismo--, es, cuándo se usa de manera incorrecta, uno de los mayores causantes de problemas en la vida pública y en la privada; básicamente toda comunicación tiene emisor y receptor y en este caso, muchos de los receptores y receptoras, entendimos otra cosa sobre el drama Shakesperiano parlamentario de “quórum o no quórum”.

Entonces, pareciera que no es un problema de “escasez de entendederas” de los receptores y receptoras sobre el mensaje que ahora nos cuenta el PAC, sino de “escasez de explicaderas” por parte del emisor; es responsabilidad cómo mínimo de éste corregir su mensaje para que nosotros, la gente común y silvestre, lo entendamos y si es del caso, hasta logremos digerirlo; pero no hacerlo o acudir a la letra pequeña --común a las tarjetas de crédito, pero no de la transparencia-- es algo que merece cómo mínimo ejercer el derecho al berro y referirse --en honor a la honestidad intelectual-- al tema.

El realismo mágico de nuestro país sería fascinante sino tuviese tan terribles consecuencias; hay quienes hablan de que con el referéndum se fortaleció la democracia, pero no ven que el abstencionismo fue el gran ganador de la contienda; acuden a encuestas, focus group, mesas redondas, análisis y demás, sin ver lo obvio, lo simple; la abstención obedece en mucho al descrédito en la palabra de la clase política; a la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace, a creer por cálculo, conveniencia o ignorancia, que la política es para iluminados y que los mortales que andamos por la calle, no entendemos, no sabemos, no sentimos.

Está mal que la clase política haga cálculos electorales y trabaje en función de eso; mal no porque no pueda hacerlos, sino por usar como bandera “transparencia y honradez”; pero peor es que sus cálculos, sean malos cálculos; que busquen simpatías en donde una y otra vez no las han encontrado y en el camino pierdan los que tienen, cediendo al chantaje propagandista de tipo fascistoide o al que dirán de quienes nunca han tenido pudor alguno en utilizar sus columnas en función de los intereses de turno que les toca defender.

En nuestro país, entre muchas cosas va haciéndose necesario revisar detenidamente que es democracia y cómo y con qué se come eso; un buen principio, por lo menos, será que aun cuando no se tenga claro el concepto como filosofía, por lo menos se tenga claro qué no lo es; por poner ejemplos, uno no pide en democracia, que todos y todas pensemos igual; menos podrá pedir eso de los medios de comunicación; pide que exista equilibrio y equidad, para ejercer el derecho de opinar en ellos; es ilógico que si entre seres humanos individuales se tienen contradicciones, se pretenda que la sociedad no las tenga; si bien es cierto debe existir el respeto por la decisión mayoritaria, lo es también que las mayorías respeten, escuchen y tomen en cuenta la opinión de las minorías.

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