lunes, 25 de febrero de 2008

¿Cómo dice que dijo?

Parte segunda

En el caso de la Asamblea Legislativa lo nocivo es qué, siendo esta el primer poder de la república según la Constitución, se someta a los designios del ejecutivo y se pretenda eliminar la discusión seria que demandan los procesos serios; es ridículo sujetar una discusión a tiempos perentorios para complacer determinados intereses, quienes ahora defienden eso, sufrirán mañana las consecuencias de su despropósito; llama la atención que los mismos que critican a Hugo Chávez en Venezuela, señalen que allá las instituciones obedecen a los intereses de ese poder ejecutivo y por eso en ese país no hay democracia: en su pequeñez intelectual, ven la basura en el ojo ajeno, pero no la viga en el propio.

Han venido reduciendo la democracia al ejercicio del voto; con esa misma lógica, Hugo Cháves también puede decir que ejerce una dictadura en democracia; ¿acaso llegó al poder por golpe de estado?, con los votos más puede justificar su imposición: en Venezuela se irrespeta a las minorías y en Costa Rica también; la diferencia entonces --siempre en esa lógica reduccionista-- entre Oscar Arias y Hugo Chávez, es que uno usa traje entero y el otro uniforme militar. Pero ambos ejercen una tiranía en democracia, según su decir.

Esos reduccionismos convenientes nos llevan por un pésimo camino: si la discusión parlamentaria se limita a una lectura y rechazo de mociones automática, se cercena el derecho a legislar y a hacer control del alcance o conveniencia de las leyes; es parte del fundamentalismo religioso de quienes impulsan un nuevo modelo económico y social para nuestro país --que ha demostrado en otros países que concentra riqueza en muy pocas manos— pensar que ganó con el referéndum una patente de corso para hacer lo que le venga en gana. Si bien es cierto nuestro sistema político es representativo, también es cierto que esa representación lo es por cuatro millones de costarricenses y no de unos pocos que aportan su dinero en campaña para obtener beneficios de su inversión o únicamente, de los que votaron a ganar.

Incorrecto es reducir los argumentos de la oposición a un simple “no saber perder”, la mayoría de los costarricenses respetamos el resultado del referéndum, pero sin perder de vista la forma inmoral y ausente de ética, sumada a una campaña fascista, de extorsión y miedo que se usó para obtener el resultado; lo hacemos para que en el futuro el equilibrio y la equidad se respeten para todos y todas; queremos que los magistrados y magistradas del Tribunal Supremo de Elecciones tengan la capacidad y honradez de aceptar que fueron omisos y corrijan; no para que den la razón a unos en perjuicio de otros, sino para el beneficio de toda la sociedad. Pésimo para la democracia es que de ambos lados haya quienes no acepten el resultado del referéndum; unos por no haber ganado y otros por creer que por hacerlo, tienen derecho a imponer sus intereses; ambos niegan el resultado del referéndum y la democracia.

Los “ganadores” de hoy, pueden más adelante, ser “perdedores”; la ceguera que hoy los obnubila por soberbia o acomodo, indefectiblemente les afectará mañana; para muestra, de nuevo el tan criticado gobierno de Venezuela; nadie, ni ganadores ni perdedores en el referéndum recién realizado en ese país, ha señalado como en nuestro caso, los serios desequilibrios de todo tipo. La misma democracia tan criticada convenientemente por analistas con pensamiento de guerra fría en nuestro país, sirvió para oponerse al deseo de Hugo Chávez de cambiar el modelo político de su nación.

Si el parlamento costarricense se somete a la promesa electoral de Oscar Arias de “dictadura en democracia” y niega la discusión y el análisis, la pregunta es obvia: ¿para que sigue abierto? Lo complejo de cumplir con lo que exige la democracia no estriba en hacerlo cuando conviene a mis intereses o posiciones políticas; estriba en respetar a aquellos y aquellas que no piensan como yo; en escuchar y argumentar, para encontrar el camino que convenga más; en el caso de la libertad de expresión, lo complejo no es respetar a quien habla como yo, sino a quien no lo hace; en defender el derecho de ese o esa a expresar su pensamiento, para exigir que se respete el mío.

Reducir el parlamento a votar sí o no es olvidar que de esa forma dictaduras de derecha o izquierda sembraron el germen para imponerse afectando a millones; dictadores fueron Stalin, Videla o Hitler sin importar que fueran comunistas o fascistas; poco importan los fines y objetivos de un gobernante, si para lograrlos cercena y conculca los derechos que juró respetar; mal hace el parlamento costarricense en negar la discusión; prefiero el entrabamiento que dicen vive nuestro país, a que por lo contrario, se mate la democracia.

Si el temor del PAC es que lo acusen de obstruccionista e izquierdista por defender lo correcto y cede ante la amenaza, el insulto y el chantaje, entonces entendemos que su concepto de democracia es coincidente con el de Julio Rodríguez y Jorge Cornick --que creen que democracia es sinónimo de imposición-- y bien merecidos tiene los aplausos y la cobertura mediática que Llorente les ha prodigado en estos días. Entendemos que la posición de Andrea Morales era correcta; equivocada en eso que llaman “timing”, pero correcta; ella se adelantó cronológicamente al resto de su fracción y su partido y si bien es cierto, sigo sin saber que entiende Andrea Morales por Ética y me parecía un exceso sancionarla por expresar su posición, ahora con más razón, sancionarla no sería un exceso sino una injusticia; porque la sanción entonces debería recaer sobre su partido y el resto de la fracción.

Hay luchas en la vida que se dan porque es correcto darlas; se hacen sin más cálculo que hacer lo que se considera justo; la lucha del PAC como fracción en la Asamblea Legislativa, estaba respaldada por principios simples: respeto, transparencia, discusión; respecto al nada despreciable sector que votó en contra del TLC, transparencia en el proceso y discusión de las leyes en cuestión.

Se puede cambiar de posición y de forma de pensar, eso no sólo es válido sino deseable en una sociedad y una democracia; lo contrario es inmovilismo y porque no decirlo, estupidez; pero hacerlo e invocar para hacerlo, razones que no se dieron es en dos palabras, oportunismo político; es querer quedar bien con Dios y con el Diablo y bien reza el refrán, no se puede servir a dos amos o más lapidario, quien le hace favores al Diablo, con llevárselo le paga.

En Costa Rica vivimos el mundo al revés: esperábamos que doña Elizabeth y don Rafael exigieran a Oscar Arias que diera disculpas públicas al país por mentirle de manera reiterada y descarada con la fecha fatal, esperábamos que se exigiera a Oscar Arias hacer públicos los alcances de la agenda oculta del TLC, esperábamos que se exigiera que Oscar Arias dejara el insulto y la retórica para sus viajes a China o sus declaraciones internacionales tan de su gusto; esperábamos, esperábamos, esperábamos; por el contrario, ante la nueva posición del PAC, sólo nos queda la pregunta: ¿Cómo dice que dijo?

¿Cómo dice que dijo?

Primera parte

Muchas veces la vida imita al arte; nuestro país es un buen ejemplo de lo anterior; vivimos --sobre todo en política—en un realismo mágico que envidiaría Gabriel García Márquez; hasta hace unas semanas, algunos entendíamos que la posición en la Asamblea Legislativa del Partido Acción Ciudadana era la de –en señal de protesta moral—no asistir a las sesiones que don Oscar Arias mandó a poner mañana, tarde y noche, para aprobar la agenda de implementación del TLC.

Protesta moral, porque de acuerdo al reglamento legislativo actual, aunque existan cinco millones de mociones en discusión, una vez cumplidas las veinte sesiones legislativas –que pueden ser tres o una en un mismo día, incluyendo sábados, domingos y días feriados—las mismas se archivan y se procede a la votación. Así de simple, así de sencillo.

Sin embargo, al parecer obedeciendo a la macartista campaña llevada a cabo por el grupo “por Costa Rica.… (libre)”, del bombardeo a través de los periódicos Llorentinos y programas de opinión como “Nuestra Voz…(la del gobierno será)”, el PAC cambia en su posición y se justifica diciendo que el no asistir a tales sesiones, aplicaba únicamente para el caso de las telecomunicaciones; algo así como el “aplican restricciones” de tanto concurso farandulero de moda.

De tal manera, dicen ahora, lo que en nuestro mal entender dijeron antes que no harían; con mucha atención he leído los comunicados de prensa tanto del PAC como partido, así como los de la propia fracción e incluso, las dos cartas que públicamente se conocen, remitidas por don Ottón Solís a don Oscar Arias; por ningún lado encuentro tal restricción; en todo caso, de existir y hacérseme llegar , abusaré del espacio que me cede LA PRENSA LIBRE y sin problema alguno rectificaré este comentario.

No está mal que un partido político decida cambiar de estrategia cuándo así convenga a sus intereses; lo que es incorrecto y mala nota, es que para justificarse diga ahora cosas que no ha dicho antes; por mis labores cotidianas, sé que la comunicación –sin reducirla a pensar que comunicación es sinónimo de periodismo--, es, cuándo se usa de manera incorrecta, uno de los mayores causantes de problemas en la vida pública y en la privada; básicamente toda comunicación tiene emisor y receptor y en este caso, muchos de los receptores y receptoras, entendimos otra cosa sobre el drama Shakesperiano parlamentario de “quórum o no quórum”.

Entonces, pareciera que no es un problema de “escasez de entendederas” de los receptores y receptoras sobre el mensaje que ahora nos cuenta el PAC, sino de “escasez de explicaderas” por parte del emisor; es responsabilidad cómo mínimo de éste corregir su mensaje para que nosotros, la gente común y silvestre, lo entendamos y si es del caso, hasta logremos digerirlo; pero no hacerlo o acudir a la letra pequeña --común a las tarjetas de crédito, pero no de la transparencia-- es algo que merece cómo mínimo ejercer el derecho al berro y referirse --en honor a la honestidad intelectual-- al tema.

El realismo mágico de nuestro país sería fascinante sino tuviese tan terribles consecuencias; hay quienes hablan de que con el referéndum se fortaleció la democracia, pero no ven que el abstencionismo fue el gran ganador de la contienda; acuden a encuestas, focus group, mesas redondas, análisis y demás, sin ver lo obvio, lo simple; la abstención obedece en mucho al descrédito en la palabra de la clase política; a la incongruencia entre lo que se dice y lo que se hace, a creer por cálculo, conveniencia o ignorancia, que la política es para iluminados y que los mortales que andamos por la calle, no entendemos, no sabemos, no sentimos.

Está mal que la clase política haga cálculos electorales y trabaje en función de eso; mal no porque no pueda hacerlos, sino por usar como bandera “transparencia y honradez”; pero peor es que sus cálculos, sean malos cálculos; que busquen simpatías en donde una y otra vez no las han encontrado y en el camino pierdan los que tienen, cediendo al chantaje propagandista de tipo fascistoide o al que dirán de quienes nunca han tenido pudor alguno en utilizar sus columnas en función de los intereses de turno que les toca defender.

En nuestro país, entre muchas cosas va haciéndose necesario revisar detenidamente que es democracia y cómo y con qué se come eso; un buen principio, por lo menos, será que aun cuando no se tenga claro el concepto como filosofía, por lo menos se tenga claro qué no lo es; por poner ejemplos, uno no pide en democracia, que todos y todas pensemos igual; menos podrá pedir eso de los medios de comunicación; pide que exista equilibrio y equidad, para ejercer el derecho de opinar en ellos; es ilógico que si entre seres humanos individuales se tienen contradicciones, se pretenda que la sociedad no las tenga; si bien es cierto debe existir el respeto por la decisión mayoritaria, lo es también que las mayorías respeten, escuchen y tomen en cuenta la opinión de las minorías.

domingo, 17 de febrero de 2008

Cuídense de los maestros de la ley

El diputado Guyón Massey, nuevamente sale a la luz pública a condenar lo que considera --en su muy personal manera de ver las cosas-- los anti-valores que canta un grupo de rock. En realidad, viniendo la condena moralista de quién viene, no merecería dedicarle ni una letra. El problema, es lo que se esconde detrás; reducir los comentarios del pastor diputado a la expresión talibánica de quién se cree dueño de la verdad por iluminación divina, sería un error.

Detrás de su “condena” y con su petitoria para la cancelación del concierto del grupo metalero, vienen la limitación al derecho que asiste a sectores de nuestra sociedad a escoger y decidir que tipo de cosas quieren escuchar o bailar, pero también, la limitación a la libertad de expresión y al libre albedrío que incluso, quienes profesan el cristianismo, suelen enseñar en sus cultos, misas o encuentros religiosos. Si algo daña a nuestra sociedad, es creer que con mayores limitaciones a la libertad individual de decidir, se logra “salvarla del mal que pulula por el mundo”; más daño le hace que quienes en función de su cotidianidad tienen cobertura mediática, sean inconsecuentes entre su decir y hacer.

Cuestiona el diputado las letras de las canciones del grupo rockero, porque según su particular análisis, enseñan satanismo y difunden antivalores que atentan contra nuestra sociedad; al diputado esto le parece grave, pero no tiene ningún problema en casi aceptar una silenciosa donación de noventa millones de colones vía legislativa --con venia del gobierno y el bloque de los treinta ocho-- destinada a una fundación cuya junta directiva está compuesta por familiares directos del diputado, denunciada por prensa y que en su momento, no supo explicar cómo y dónde negoció.

Tampoco cuestiona el diputado a quienes en nombre de Dios solicitan donaciones a cambio de milagros o perdones –razones entre otras por la que Luthero se separa de la Iglesia Católica—ni a quienes de manera solapada presentan e impulsan proyectos legislativos con evidente conflicto de intereses; ya sería mucho pedir que comentara las negociaciones entre el gobierno de la república y algunos pastores protestantes, para obtener apoyos en función del silencio ante odiosas agendas complementarias o tratados con mucho comercio y cero libertad.

Para el diputado sólo es importante imponer –vía prohibición- su particular concepción de mundo; no interesa que al hacerlo, se pisoteen los derechos de nadie; baste recordar su infeliz propuesta de prohibir lo que él considera pornografía o violencia; no interesa predicar con el ejemplo; la congruencia y la consecuencia, son válidos para el diputado, en el tanto no tengan nada que ver con sus acciones o sirvan para condenar a los demás.

Nuestra sociedad necesita propiciar la discusión y el análisis de sus múltiples problemas de una manera franca y libre; lo que se deduce de las declaraciones condenatorias del diputado Massey, es todo lo contrario; no busca la crítica, sino la imposición; no propicia la tolerancia, sino el fanatismo y esa visión de mundo –compartida en lo político por quienes gobiernan- se traduce en fundamentalismos religiosos, sociales o económicos cuya única razón es “su” verdad, porque niega conceptualmente, la existencia de quienes no piensan igual.

Las declaraciones del Sr. Masey son reflejo de un totalitarismo que se cree con mandato divino para elegir por los demás; de un solapado fascismo que manipula –hoy-- con conceptos religiosos y mañana sepa Dios con qué; son el reflejo de una forma de pensamiento que niega la razón, que pretende en nombre de nobles intenciones, imponer las suyas propias; niega en definitiva una razón inherente a la democracia; el derecho de elegir lo que me gusta o no me gusta e hilando fino, niega el derecho fundamental de la libertad de expresión.

El principal mandamiento del Cristianismo es “amar al prójimo como a ti mismo”, resulta paradójico que quien se gana la vida –cuando no ejerce de diputado—como portavoz de los evangelios, quiera no convencer, sino imponer; si el señor Massey está tan interesado en promover los buenos valores en nuestra sociedad, sería deseable entonces, que pusiera en práctica aquello de “que por sus obras los conoceréis” y explicara a la comunidad que dice representar, porque está de acuerdo con aprobar sin discusión u análisis, convenios que como UPOV, son tan cuestionables desde el punto de vista moral, ético y religioso, que tan celoso defensor parecen tener en el diputado Guyón Masey.

lunes, 4 de febrero de 2008

Qué entiende usted por Ética, Dona Andrea?

Confieso que he tratado de mantenerme al margen de las valoraciones que sobre doña Andrea se hacen en algunos círculos. Me importa un rábano, si la susodicha decide desfilar o no en una pasarela de modas o si sale o no con cualquier persona; al fin y al cabo, cada uno es dueño de hacer lo que le da la gana en su vida privada. Pero no me sucede lo mismo, cuándo lo que hace un personaje de estos, tiene que ver con temas cómo la ética o la moral –que no es lo mismo que moralismo- o cuándo se dice representar lo que a la luz de los acontecimientos no se representa.

Joan Manuel Serrat en Bienaventurados decía que “Dios echó al hombre del edén por confundir lo que está bien con lo que le conviene”; al escuchar de nuevo esa canción, se me ocurre pensar si algunos y algunas de los y las descendientes de Adán y Eva, vivirán en Costa Rica. El 7 de octubre el país se fracturó; no hay otra forma de decirlo; un sector liderado por Oscar Arias, para impulsar su visión de país, decidieron revivir y poner en práctica, las más tenebrosas formas de trabajo en pos de obtener un triunfo en una votación; el equilibrio periodístico fue cercenado; periodistas graduados --no necesariamente de universidades de garaje-- escribieron “su” visión de las cosas y omitieron hablar de aquellos temas que contrastaran lo escrito, para que el lector se formara opinión; el presidente repartió promesas, desde aeropuertos para la zona sur, hasta mercedes benz y bmw, un grupo de empresarios amenazó con despidos masivos o irse del país y el Tribunal Supremo de Elecciones simplemente guardó silencio, escudándose en interpretaciones reglamentarias, muy llenas de derecho, pero carentes de sentido común y sobre todo, de ética. Esto sin contar la participación del Embajador de los Estados Unidos en la propia campaña y sobre todo, explicar al país de dónde salieron los miles de millones de colones para esa campaña.

La fractura sufrida polarizó al país en tres partes; los que votaron sí, los que votaron no y los que no lo hicieron; poco me importa en lo personal las razones sociológicas o psicológicas para la toma de cada posición; lo cierto es que en un momento trascendental para el país, la decisión y toma de posición es responsabilidad individual, de la misma manera que quién ve una agresión doméstica, un robo o una agresión infantil decide callar o intervenir, cada decisión tiene consecuencias y cada quien debe asumir las responsabilidades de sus actos; no se vale esconder la conveniencia, detrás de razones que tendrán consecuencias para toda la vida; quien, en cualquier caso votó o no lo hizo por miedo, conveniencia o las razones que fueran, asumió vivir presa para siempre de esa razón. Bien dijo Juan Pablo Segundo que el infierno se vive en esta tierra y para mayor desgracia, es personal.

Cinco meses después, cuando a través de editoriales, opiniones y hasta encuestas, se nos dice que debemos pasar la hoja y olvidar lo sucedido y dejar que se pasen leyes sin discusión por el “bien del país”, hay quienes pensamos y sentimos que eso no es correcto; hacerlo es dejar impune lo que en una democracia no puede ni debe quedar impune; aun cuando hay quienes creen por conveniencia y cálculo que es mejor dedicarse a otra cosa, en lo personal, ni lo creo ni lo acepto; es simple, hacer lo que en campañas publicitarias --al mejor estilo del movimiento Costa Rica Libre—se nos pide, es decir, callar, es ser cómplice de matar a la democracia.

La diputada Andrea Morales ha venido insistiendo en repetir el discurso de quienes “ganaron” de que la agenda de implementación se debe votar y que no hacerlo, es negar el resultado del referéndum y la democracia; ante tales aseveraciones tengo varias preguntas para la diputada; ¿en que parte de la convocatoria a referéndum se estableció que se incluían esas leyes en el mismo? ¿En que libro de cualquier tipo dice que Democracia es simplemente ir a votar? ¿Para obtener un triunfo se vale todo? ¿Un diputado o en éste caso, una diputada, no tiene acaso la obligación moral y ética de defender lo que los y las que la votaron le pidieron que hiciera? ¿Fue éticamente correcto lo sucedido en el referéndum? ¿Es ético que el gobierno oculte el alcance del cambio de leyes que por vía decreto debe hacer en función del TLC? ¿Es ético que el presidente de la república amenace y prometa utilizando los recursos de todos y todas las y los costarricenses, para imponer su visión de mundo y país? ¿es ético el convenio UPOV? ¿Es ético que el presidente no haya respondido a las informaciones del Semanario Universidad que lo involucran con empresarios que esperan por la aprobación del nuevo combo ICE? ¿Es ético que el presidente responsa con medias verdades o insultos a los graves cuestionamientos hechos por el líder de su partido Ottón Solís?

La lista de preguntas que me nacen a la luz de sus declaraciones es inmensa, pero se la resumo en una: ¿Qué entiende usted por Ética, Doña Andrea?