En el caso de
Esos reduccionismos convenientes nos llevan por un pésimo camino: si la discusión parlamentaria se limita a una lectura y rechazo de mociones automática, se cercena el derecho a legislar y a hacer control del alcance o conveniencia de las leyes; es parte del fundamentalismo religioso de quienes impulsan un nuevo modelo económico y social para nuestro país --que ha demostrado en otros países que concentra riqueza en muy pocas manos— pensar que ganó con el referéndum una patente de corso para hacer lo que le venga en gana. Si bien es cierto nuestro sistema político es representativo, también es cierto que esa representación lo es por cuatro millones de costarricenses y no de unos pocos que aportan su dinero en campaña para obtener beneficios de su inversión o únicamente, de los que votaron a ganar.
Incorrecto es reducir los argumentos de la oposición a un simple “no saber perder”, la mayoría de los costarricenses respetamos el resultado del referéndum, pero sin perder de vista la forma inmoral y ausente de ética, sumada a una campaña fascista, de extorsión y miedo que se usó para obtener el resultado; lo hacemos para que en el futuro el equilibrio y la equidad se respeten para todos y todas; queremos que los magistrados y magistradas del Tribunal Supremo de Elecciones tengan la capacidad y honradez de aceptar que fueron omisos y corrijan; no para que den la razón a unos en perjuicio de otros, sino para el beneficio de toda la sociedad. Pésimo para la democracia es que de ambos lados haya quienes no acepten el resultado del referéndum; unos por no haber ganado y otros por creer que por hacerlo, tienen derecho a imponer sus intereses; ambos niegan el resultado del referéndum y la democracia.
Los “ganadores” de hoy, pueden más adelante, ser “perdedores”; la ceguera que hoy los obnubila por soberbia o acomodo, indefectiblemente les afectará mañana; para muestra, de nuevo el tan criticado gobierno de Venezuela; nadie, ni ganadores ni perdedores en el referéndum recién realizado en ese país, ha señalado como en nuestro caso, los serios desequilibrios de todo tipo. La misma democracia tan criticada convenientemente por analistas con pensamiento de guerra fría en nuestro país, sirvió para oponerse al deseo de Hugo Chávez de cambiar el modelo político de su nación.
Si el parlamento costarricense se somete a la promesa electoral de Oscar Arias de “dictadura en democracia” y niega la discusión y el análisis, la pregunta es obvia: ¿para que sigue abierto? Lo complejo de cumplir con lo que exige la democracia no estriba en hacerlo cuando conviene a mis intereses o posiciones políticas; estriba en respetar a aquellos y aquellas que no piensan como yo; en escuchar y argumentar, para encontrar el camino que convenga más; en el caso de la libertad de expresión, lo complejo no es respetar a quien habla como yo, sino a quien no lo hace; en defender el derecho de ese o esa a expresar su pensamiento, para exigir que se respete el mío.
Reducir el parlamento a votar sí o no es olvidar que de esa forma dictaduras de derecha o izquierda sembraron el germen para imponerse afectando a millones; dictadores fueron Stalin, Videla o Hitler sin importar que fueran comunistas o fascistas; poco importan los fines y objetivos de un gobernante, si para lograrlos cercena y conculca los derechos que juró respetar; mal hace el parlamento costarricense en negar la discusión; prefiero el entrabamiento que dicen vive nuestro país, a que por lo contrario, se mate la democracia.
Si el temor del PAC es que lo acusen de obstruccionista e izquierdista por defender lo correcto y cede ante la amenaza, el insulto y el chantaje, entonces entendemos que su concepto de democracia es coincidente con el de Julio Rodríguez y Jorge Cornick --que creen que democracia es sinónimo de imposición-- y bien merecidos tiene los aplausos y la cobertura mediática que Llorente les ha prodigado en estos días. Entendemos que la posición de Andrea Morales era correcta; equivocada en eso que llaman “timing”, pero correcta; ella se adelantó cronológicamente al resto de su fracción y su partido y si bien es cierto, sigo sin saber que entiende Andrea Morales por Ética y me parecía un exceso sancionarla por expresar su posición, ahora con más razón, sancionarla no sería un exceso sino una injusticia; porque la sanción entonces debería recaer sobre su partido y el resto de la fracción.
Hay luchas en la vida que se dan porque es correcto darlas; se hacen sin más cálculo que hacer lo que se considera justo; la lucha del PAC como fracción en
Se puede cambiar de posición y de forma de pensar, eso no sólo es válido sino deseable en una sociedad y una democracia; lo contrario es inmovilismo y porque no decirlo, estupidez; pero hacerlo e invocar para hacerlo, razones que no se dieron es en dos palabras, oportunismo político; es querer quedar bien con Dios y con el Diablo y bien reza el refrán, no se puede servir a dos amos o más lapidario, quien le hace favores al Diablo, con llevárselo le paga.
En Costa Rica vivimos el mundo al revés: esperábamos que doña Elizabeth y don Rafael exigieran a Oscar Arias que diera disculpas públicas al país por mentirle de manera reiterada y descarada con la fecha fatal, esperábamos que se exigiera a Oscar Arias hacer públicos los alcances de la agenda oculta del TLC, esperábamos que se exigiera que Oscar Arias dejara el insulto y la retórica para sus viajes a China o sus declaraciones internacionales tan de su gusto; esperábamos, esperábamos, esperábamos; por el contrario, ante la nueva posición del PAC, sólo nos queda la pregunta: ¿Cómo dice que dijo?