A la fecha, no he visto a ningún medio hablar del tema; el Colegio de Periodistas, guarda silencio y su presidente, asiduo colaborador de
El delito por el que se persigue al medio Universitario es el de “crimen de difundir noticias de interés nacional y difundir información peligrosa para un legislador o el gobierno mismo”, porque si tomamos en cuenta que en un raro momento de brillantez –a los que me tiene poco acostumbrado el TSE- el Tribunal Electoral declaró como documento público al ominoso memorando Kasas-Sanchez, resulta ilógico y extraño, que ahora el OIJ se prodigue en averiguar de dónde provino la información.
Más sorprendente es, que cuándo ese medio acude a las instancias judiciales para saber de qué va la cosa, el mismísimo Fiscal General declara que ese asunto fue archivado hace tiempo; y peor, que
La relevancia de éste asunto no es la visita judicial al Semanario Universidad: es qué de una vez, quedan notificados todos los medios de prensa de nuestro país, de lo que les puede suceder si publican noticias incómodas: la persecución, la investigación y el acoso --que forman parte de por sí de la realidad cotidiana del periodismo-- pero con el componente de que éste proviene del Poder Judicial y específicamente, del OIJ y es que, cuándo se acosa a un periodista o a un medio, --independientemente de que compartamos o no su visión política o línea editorial--- el acoso es para todos y todas; desde los programas matutinos que cantan loas al gobierno de turno, hasta los medios que como
Si quienes hoy gozan del privilegio de intocabilidad por quienes ejercen el poder en nuestro país, sueñan que tal coyuntura les será eterna, lamento despertarlos de su sueño de opio: porque perfectamente les pueden cambiar los aires y ser mañana acosados o investigados al igual que hoy le sucede al Semanario; en cualquier caso, resulta sumamente peligroso para la libertad de prensa, que se den hechos como estos y más, que se den ante el silencio de quienes ni siquiera por solidaridad, sino incluso por curarse en salud de que en algún momento les pueda tocar a ellos, deberían haberse pronunciado con editoriales y condenas, como sí lo han hecho en otros casos.
Hay quienes únicamente se mantienen en vela para seguir con la novela colombiana escrita por nuestro Fernando Márquez, que escriben a fondo sólo de la vida y milagros de grupos pseudoreligiosos o de fútbol que son tías de siliconas y fiestas de negro --será porque guardan luto ante cosas tan graves-- que nos afectan a todos y a todas, pero miran para otro lado ante un hecho que no debe ni puede permitirse ni ahora ni nunca. Ni hablar de quienes creen que este tema ni es un caso, ni es una cosa.
Como ser humano común y silvestre, no gozo entre mis virtudes de la paciencia bíblica de Job y no me puedo quedar en silencio ante esto, porque hacerlo sería entonces cohonestar no sólo la persecución al Semanario Universidad, sino todas aquellas que se den en el futuro, aun con los medios que borraron del diccionario palabras como equilibrio, objetividad y veracidad.
Porque las libertades de prensa y expresión, son para todos y todas y el ataque a cualquiera que las ejerza, debe ser entendido como el ataque a los demás; lo contrario es ser cómplices de la impunidad de la que tanto nos quejamos en el día a día.