Hace varios meses se habló por ese mismo medio del tráfico de autóctonos de origen Guaymie para obligarlos a pedir limosna en San José. Ignoro en que paró la denuncia y si hubo investigación; lo relevante de ahora, es descubrir que en una finca cafetalera, se tiene en condiciones de hacinamiento a una cantidad importante de ellos y ellas, para las cogidas de café. Se reconoce en la nota por parte del dueño de la finca, que fueron transportados en una buseta desde Coto Brus y que les paga menos salario que a los nicaragüenses --de por sí, en muchos casos mal pagados y sin asistencia social alguna-- pues se incumple con el asegurarlos como exige
En realidad, no sé qué me sorprende más; si el hecho de la macabra muerte o qué nadie se cuestione si estamos ante la evidencia --no sólo del maltrato a quiénes originalmente fueron dueños de estas tierras—de humanos y humanas convertidos y convertidas en mano de obra barata y casi que esclava. Las condiciones infrahumanas de vida en que son mantenidos, se pasan por alto y no interesan; ni a la policía que atiende al caso, al periodista y mucho menos a quién los trajo “contratados”; parece que en bien de la economía, no importa si se comercia con humanos y humanas o con café; importa el costo final, el obtener más ganancias a cómo dé lugar. Importa tener maquilas, aunque estas sean centros de trabajo que generan únicamente malos salarios; importa que el gobierno mienta hablando de bajas en la pobreza, para satisfacer egos y justificar imposiciones, pero no importa el trato que damos a quienes pobres en su tierra, son traídos para ser explotados.
Nuestra sociedad tiene derroteros equivocados; en navidad se acude al remedio de la caridad para acallar conciencias, pero se soslayan las soluciones a los problemas que originan el objeto de tal caridad; se regalan juguetes y comida, como si la vida misma fuera de navidad, es decir, como sí solo en ese particular momento, se tuviera hambre de juguetes, de casa o de comida. Se habla de mayor seguridad ciudadana aumentando los y las policías, pero quienes gobiernan y los que somos gobernados y gobernadas, olvidamos de dónde proviene tal inseguridad; ¿o acaso la construcción de cárceles ha resuelto algo en alguna parte del mundo?
A menos de una semana del comienzo de un nuevo año, los buenos propósitos para el mismo, quedan reflejados en una nota, que se preocupa del morbo, pero no de las causas; en una nota qué, a full color, refleja la punta del iceberg de muchos problemas que nadie atiende, porque interesan las exportaciones, los decretos a la medida de algunos y algunas y mantener un statuo quo que socava la tan jactada democracia que decimos tener.
Porque una democracia que pretende ser en tanto vota, no es más que una maquinaria electoral que cohonesta situaciones que cómo la descrita en
Porque no es paisaje urbano la existencia de autóctonos tratados como esclavos por quién sabe quién en nuestras calles; son personas de carne y hueso, explotadas por otras de igual material, que viven en el tanto la indiferencia general les produce impunidad; porque tan grave es que sean explotados y explotadas pidiéndo limosnas, como el tenerlos y tenerlas hacinados y hacinadas en un finca de San Ramón, a vista y paciencia de los y las pobladores y pobladoras, para ser noticia por la muerte de un infante que murió sin saber que existe el PANI, CONAI o un gobierno y una sociedad que dicen preocuparse, pero no se toman la molestia ni de saber de su existencia.